Me identifico con un modelo de sociedad donde primen los intereses de la mayoría frente a los de unos pocos. Aquella que tiene unos ideales firmes e inquebrantables, que busca el bien de todos los ciudadanos, especialmente de las minorías más necesitadas, que huye de eufemismos y habla claro, que es constructiva. Qué representa el paradigma de libertad, igualdad y democracia consiguiendo las cotas de bienestar más grandes y más universales.
Para mí, la democracia representativa es inimaginable sin Partidos Políticos que sean articuladores de las demandas sociales y, al mismo tiempo, promotores del modelo de país soñado. Por ello, los Partidos deben adaptarse y modernizarse en una época de crisis, con un ritmo vertiginoso de cambios caracterizada, hoy más que nunca, por requerimientos de exigencias crecientes, afrontando los desafíos de construir una sociedad con igualdad de oportunidades para todos.
Soy socialista y como tal, defendiendo la necesidad de seguir haciendo política con mayúsculas sin tener en cuenta su coste electoral, frente a la política insolidaria, desleal y tremendamente ineficaz con el único objetivo de desgastar al Gobierno. Negando la realidad, produciendo falsas ilusiones, temores y esperanzas, manipulando, la mayoría son grandes conservadores del status quo cultural, político, ético y económico, hábiles operadores de partidos caudillistas fragmentados qué manejan las alcantarillas del financiamiento político, las redes clientelistas electorales, asignando las privatizaciones y concesiones.
El político como humano es el que tiene sus defectos y virtudes, tanto en lo personal como en la profesión que ejerce. Lo fundamental en él o en ella, como en una persona cualquiera, es que la balanza de su mundo interior se encuentre siempre desequilibrada a favor de lo que denominamos virtudes. Por ello, siempre es bueno saber qué cualidades o características positivas debe tener un buen político; Es el que no se engaña con la realidad pero no renuncia a un ideal. Tiene proyectos, estrategias, forma equipos y desarrolla buen juicio, capta anomalías, amenazas y oportunidades, propone metas creíbles, crea conceptos, supera bloqueos que parecían insuperables, resuelve conflictos y sabe lo que corresponde hacer en cada momento Transformando la política se transforma a sí mismo y, a la sociedad. No defrauda cuando llegan momentos tensos y conflictos, tiene ponderación para mantener la unidad y el equilibrio.
Pienso que si un político tiene sensibilidad, capacidad de decisión, amor por la política, por las personas, y claridad en las ideas para conseguir que se transformen en realidades útiles para la población que gobierna, podemos afirmar que esa persona es, politicamente, buena.
Como bien dijo, Winston Churchill; "El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones".